
“Se puede vivir sin hacer muchas cosas, y se puede hacer muchas cosas sin saber vivir. La mayoría de la gente que ahora uno ve por la calle sabe hacer muchas cosas, se mueve todo el día, está agitada todo el día, y no sabe vivir.”
-José Luis Sampedro-
EL SÍNDROME DE LA VIDA OCUPADA
Así tal cual estaba yo hasta hace 10 años atrás. Llena de “cosas”. Como dirían algunos, con una carrera en ascenso que me permitía estar donde yo quería y no donde otros quisieran que yo estuviera. Al menos eso es lo que yo pensaba.
Desde que entré a trabajar a los 19 años, estuve siempre rodeada de mucha gente que parecía tener agenda copada con temas urgentes. Profesionales (y no tan profesionales), que veían como símbolo de éxito esto de decir “no tengo tiempo”. Yo, que era joven, fui asumiendo que el mundo era así y fui entrando en la misma dinámica.
Muy pronto era parte de esa gran comunidad de personas con el Síndrome de la Vida Ocupada. Estresados o al menos con cara de estrés todo el día y toda la semana, dispuestos a hablar y no escuchar y pendientes de la hora, la próxima reunión y el teléfono. Sinceramente, y después de haber estado de ese lado, no quiero volver. Detrás de ese discurso, muchas veces solo hay mala gestión del tiempo o temor a darse el espacio para mirar que está ocurriendo en el mundo interior.
Sobre este tema, el director del Centro de Estudios Islámico de la Universidad de Duke, Omid-Safi, escribió un artículo donde entre otras cosas señala: “En muchas culturas musulmanas, cuando quieres preguntarle a alguien qué tal le va, dices: en árabe, ¿Kayf haal-ik? o, en persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo está tu haal?«
¿Qué es ese haal por el que te interesas? «Es el estado transitorio del corazón de uno. En realidad, preguntamos ¿Cómo está tu corazón en este momento exacto, en este mismo suspiro? Cuando nosotros preguntamos ¿Qué tal estás?, esto es exactamente lo que queremos saber de la otra persona.»
«No pregunto cuántas cosas tienes por hacer, no pregunto cuántos correos tienes en tu bandeja de entrada. Quiero saber cómo está tu corazón en este preciso momento. Cuéntame. Dime que tu corazón está contento, dime que tu corazón está dolorido, que está triste, que necesita contacto humano. Examina tu propio corazón, explora tu alma y, después, cuéntame algo sobre tu corazón y tu alma.”
Perdonen lo largo de la cita, pero me hizo mucho sentido leerla y quería compartirla. Lo bueno, es que la vida es fantástica, y en algún momento te permite vivir situaciones maravillosamente determinantes. Te permite tomar consciencia e ir teniendo cada vez más seguido esos “ahá Moments” o uranazos que Mia advierte en sus posts semanales. Ya no quieres estar siempre sobrepasado. Ya no te parece atractivo el poder y sus vicios. Empiezas a cuestionar cosas de tu vida laboral que antes parece que no veías o si las veías no sabías como enfrentarlas. Ya no te es indiferente cuando un superior te hace sentir mal o culpable por irte a la hora que corresponde o faltar por alguna enfermedad al trabajo. Te choca cuando un superior no respeta el procedimiento regular de postulaciones y da el trabajo a quien ni siquiera hizo el trámite de entregar sus antecedentes a tiempo. Te sientes vulnerada cuando te enteras fuiste parte de un llamado a concurso para un cargo que estaba previamente resuelto y solo ayudaste a validar los vicios del proceso.
En el ámbito afectivo, ya no te parece normal que algunas de tus amigas o amigos, después de años a tu lado, te digan que no pueden darte un abrazo el día de tu cumpleaños a menos que ajustes la fecha a tiempos libres en sus agendas. O … que solo están liberados de lunes y miércoles después de las 19:00 y sábado después de las 21:00 hrs.
Sampedro dijo que la sabiduría es el arte de vivir. No el arte de hacer cosas. Y yo hoy después de un largo proceso, entendí esto completamente. De paso, entendí también, lejos del ego y la mirada purista de quien cree tener la verdad, que es un regalo poder ver con claridad que a veces no estás con quienes realmente quieres a tu lado ni el lugar que mereces.
Por eso hoy en mis 40 me vuelvo a reinventar y dejo atrás miedos, patrones limitantes, y expectativas, para darme la oportunidad de vivir nuevamente conectada con mi propósito y con lo que me apasiona.
¿CÓMO PARTÍ ESTE PROCESO?
1.- Organizando la agenda de manera equilibrada. Cada domingo o viernes por la tarde, me siento y parto al revés. Primero apunto los momentos que dejaré para la familia. Luego los tres días de la semana que dedicaré una hora y media a ejercicios y bicicleta. Luego apunto un momento para ver a quien no he visto hace mucho tiempo. Reviso que tengo pendiente en temas de chequeo o cuestiones domésticas y finalmente, apunto mis tareas y compromisos laborales. Por supuesto, aprendí a decir que no a cosas innecesarias y si bien el trabajo sigue demandando un porcentaje alto de mi semana, mi vida es mucho más armónica.
2.- Desactivando sonido del teléfono y activando alarmas periódicas. Tener el celular en silencio es una de mis buenas decisiones. Puedo concentrarme y focalizar de mejor manera en mis tareas. Para no obsesionarme con el trabajo, he puesto alarmas cada dos o tres horas como máximo, a fin de obligarme a parar, beber un té o comer una galleta, caminar un poco, conversar o hacer algo que me distraiga durante 20 minutos antes de continuar.
3.- Dejando tiempo para hacer nada. Escuchar música sin estar mirando YouTube, bailar un poco si tengo ganas, conversar más con mis padres, atender más la etapa de definición vocacional de mi sobrino y pasar más momentos con mi hijo. Mirar atardeceres, lunas, cerros o simplemente pensar y agradecer todo lo que tengo y he vivido, mientras juego con Gokú y le hago cariño en el patio.
4.- Durmiendo lo necesario. Cuidar mucho el descanso y dormir siempre mínimo 7 horas seguidas.
5.- No “siguiendo” a todos mis contactos. Cuando tienes redes sociales que usas para trabajar y tienes muchos contactos, leer tanta diversidad de opiniones puede ser enriquecedor, pero a veces no tanto. Al respecto, lo mejor que hice fue dejar de seguirlos a todos. Solo sigo a gente propositiva, innovadora, amable en su discurso y que consigue contagiarme de energía cooperativa y constructiva.
Después de un largo proceso de aprendizaje, hoy vuelvo a tener agenda liberada para un café, un abrazo, un proyecto creativo y buenas causas. Sobre todo, eso: buenas causas, pegas con sentido y la libertad de pensar y hacer y construir, desde mis valores y mi autenticidad absoluta. Te invito a ser parte de esta comunidad de hombres y mujeres que se atreven a cambiar y se inspiran en el “arte de vivir”, dando un giro en sus agendas para conectar con su talento, con lo que más aman y les hace feliz.
#YoMeAtrevo #LoveYourSelfMore #Reinventate